jueves, 5 de julio de 2018

Un crimen llamado educación



 La educación ha de ser motivadora, impulsora de la creatividad del alumno, integradora, basada en las habilidades y pasiones de los mismos.

Por años la educación, en su aplicación metodológica, ha variado muy poco. Es una educación que suprime las pasiones del alumno y su parte humana produciendo cambios pocos significativos en la conducta y desarrollo social de la persona, cuando esta se ejecuta sin tomar en cuenta sus diferencias y gustos. Pues, la educación está diseñada para atender a todos por igual sin tomar en cuenta sus habilidades.

Sin embargo, la causa fundamental del mal que está produciendo la educación no es directamente del maestro, sino de un sistema educativo que obliga al docente a orientar la educación bajo unos principios estructurados y rígidos que poco puede variar. Esta condiciona al docente a aplicar ciertos métodos y estrategias omitiendo sus habilidades, convirtiéndoles en consumidores de conocimiento, no en productores. El sistema les ha enseñado a no pensar sino a consumir y mientras más consume éste queda mejor alimentado, pues necesita de ese tipo de personas, no de individuos críticos.

El enfoque de la educación ha de estar orientado a la parte humana, que permita su transformación desde la misma persona.  Esto supone trabajar con las habilidades de los alumnos, sus gustos, su condición de persona, no como un todo en el aula sino desde las necesidades particulares de cada uno.

En fin, una educación que suprime las habilidades del individuo, que no toma en cuenta su parte afectiva y emocional no es más que una educación poco humana, pues deja de lado la capacidad creativa de estos, su autonomía y como tal los cambios sociales más importantes. El modo de enseñar de hoy  tiene que ser más humano y personalizado.

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